El ser es susceptible de tener
fe, y por consiguiente de sostener una religión. La fe, palabra de origen judío,
en hebreo “emuná”, significa creer en
algo, firmemente, con seguridad y firmeza. La fe de los hombres y mujeres ha
existido desde el génesis, negarlo sería estúpido. No sería necesario creer en un Dios, o un
ente superior y supra humano para tener fe. La firmeza de la no existencia de
un ente creador del universo y de los hombres, es también una forma de tener
fe. No quiero que este juego de palabras quede en el aire y abarque solo lo
puramente nominal, en lo que la fe respecta. Aquel que ha elegido no creer en
un dios, está sosteniendo de alguna u otra manera su fe, su creencia de esa no
existencia. Tal vez esta definición quede entre lo que es el agnosticismo y el ateísmo.
Los primeros niegan la religión y los segundos niegan la existencia de un Dios
y de una religión. Sin embargo, el ateo como el agnóstico, tiene fe en algo
científicamente incomprobable como la existencia de un ser superior.
Tener fe lleva a sostener una
religión. A su vez, la religión es el método teórico y práctico implementado
por una comunidad para, digámoslo así, poner en marcha esa fe. Y es la religión
una de las fuentes más grandes de lo
cultural. Es decir, lo que el hombre piensa, lo que hace y expresa, su forma de
vivir, el idioma etc.; la religión de las comunidades ha representado,
representa y seguirá representando, el paradigma básico de las comunidades. El
paradigma, el corazón filosófico y práctico del gran órgano que es la
comunidad.
La evolución de las comunidades
nos muestra empíricamente que sin la religión como motor fundamental, nada
hubiese sido lo que fue. ¿Mejor o Peor? La respuesta nunca la sabremos,
obviamente. Sin embargo, hay quienes siguen sosteniendo, neciamente, que la
religión nunca fue determinante, y que su existencia actual es insostenible. El
derecho de pensar eso lo tienen. ¿Por qué? Porque todos los hombres tenemos
libertad de expresión. ¿Y eso de dónde viene? La libertad de expresión viene
del principio de la igualdad de los hombres, congeniada positivamente en
Francia y Virginia. ¿Igualdad? Todos somos iguales ante la ley por el solo
hecho de ser hombres. ¿Y eso de dónde salió? De los pensamientos de filósofos, juristas
y la aprobación de las naciones de los derechos naturales. ¿Qué son los
derechos naturales? Simplemente son esos derechos eternos e inmutables que
tiene el hombre solo por ser hombre, hoy llamados “Derechos humanos”. ¿Y qué
tiene que ver la religión en todo esto? Pues, en occidente, por ejemplo, el
cristianismo ha plantado esos principios de igualdad, de no matar, ni robar,
derecho de propiedad, etc. Le guste a quien le guste, desde nuestro lenguaje
proveniente del latín, hasta nuestras leyes, vienen de principios religiosos.
No obstante, la religión representa algo fundamental para el individuo, y las
comunidades están conformadas por individuos, no solamente por el Estado, como
dicen algunos. Si la religión de los hombres y mujeres es la que le da el
sentido a su mera existencia, ¡Cuán descabellado es negar políticamente a la
religión! Políticamente, y que se entienda bien, es reconocer la religión
mayoritaria en un país, es recordar su influencia histórica en la sociedad y la
composición del Estado y el derecho positivo.
Podríamos decir que la religión es
también un sentimiento nacional. Y sobre el sentimiento nacional decía Perón:
“Pensamos, desde aquí, desde
nuestra Argentina, profundamente cristiana y profundamente humanista, puesta al
servicio de un respetuoso republicanismo, que estamos trabajando por un mundo
ennoblecido por la práctica de las virtudes humanas, donde se haya convertido
el odio en amor, el egoísmo en generosidad, la pasión vengadora en perdón”.
“Tales son los sentimientos
argentinos; los que nos inspiran y con los que hemos definido nuestra política
y realizado nuestra historia. Tal, igualmente, la pasión argentina que acompaña
nuestros pasos. Si fuera a escribirse de nuevo la historia que defendemos y
veneramos, volveríamos a hacerlo con la gesta de Mayo y con la suma de los
imponderables de la estirpe, conjunción maravillosa de las fuerzas espirituales
representativas de nuestra doctrina, elaborada en los días que jalonan nuestra
trayectoria ciudadana”.
Me he topado con compañeros que
con agravios e insultos desprestigiaban la religión que profeso. Me llama la
atención que se digan peronistas. Porque ser peronista es, como dijo el
General, ser buena persona, y una buena persona no juzga al otro por su
religión, menos hoy, pleno siglo XXI, en un movimiento que protege los derechos
humanos, y los derechos naturales, que antes hacía mención.
Tema aparte, y como pueden
apreciar, el peronismo se gesta tomando como fuente doctrinaria a una religión.
Y siendo no fundamentalista nuestro país, no teniendo una religión oficial,
sino sosteniendo el culto católico, y a la Iglesia Católica como persona
jurídica especial, cosa que no tiene nada que ver con los pedófilos que hay
dentro de la Iglesia, menos aun con la injerencia de ella, a través de su
clero, en los golpes militares. Sino que obedece a la cuestión lógica de un
republicanismo y las mayorías. Algo lógico, que no deja a nadie fuera de poseer
una religión. Pues la libertad de culto la tenemos, y se cumple
fehacientemente. Hay quienes insisten en el viejo cuento de una Iglesia
opresiva y una libertad de culto avasallada. Hace poco los medios de
comunicación en Inglaterra criticaron fuertemente a un jugador católico por
usar un rosario, se trata de Wayne Rooney, jugador del Manchester United. Es
decir, se persiguió a alguien por no pensar como la mayoría, mayoría anglosajona.
¿A qué quiero llegar? Simplemente sostengo muchos intentan primero, desconocer a la
religión, tildándola de “opio nacional”, y segundo, generar en el pueblo una
idea de una nación sin libertades espirituales, lo más parecido a Inglaterra,
con su religión oficial.
Llama la atención que sean ellos,
los mismos, que se llenan la boca hablando de derechos humanos. Parece que no
entendieron nada.
Compañero
ResponderBorrarBueno, antes que nada muchas gracias por este artículo. Es realmente muy bueno.
Más allá de que estamos en consonancia con lo que aquí dice, más allá de eso, quisiera hacer una valoración de lo que hiciste aquí.
Yo veo una argumentación muy sólida en relación al tema en cuestión.
Acá están presentes tanto la importancia de la fe, del respeto por el otro, está la racionalidad, el aspecto político, el histórico...
Considero que lograste expresarte desde un lugar muy diferente, muy apropiado y no en ése en el que a veces caemos los que nos sentimos dolidos por un desprecio incomprensible, los que nos sentimos irrespetados en nuestra fe, y de pronto eso es tan íntimo, tan propio, que no podemos explicarlo o si lo hacemos, queda en algo tan emocional, que cae en saco roto.
Acá es todo lo contrario. La claridad de conceptos, tu planteo, es de una objetividad que me provoca felicitarte y agradecerte, claro.
Y hacerlo no sólo porque me siento representada por estas palabras, sino porque doy por sentado que esto es tan completo en tu corazón que por eso así se lee y se comprende y bueno, felicitarte también por la calidad de tu exposición.
Gabriela.
Muy agradecido compañera. Significa mucho para mi. Muchas gracias! Dios te bendiga y te sigo leyendo.
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