Tiro
libre A doce metros del área, palo izquierdo del arquero. Argentina – Nigeria,
último partido de la fase de grupos del grupo “F”, 1 a 1, partido difícil.
Cancha rápida y mojada. Cuarenta mil argentinos cantando al unísono, un puñado
de brasileros gritando por Nigeria. Se termina el primer tiempo. El pateador acomoda la pelota, perfil
izquierdo, con la mirada de un águila de montaña. Da un par de pasos casi
trotando hacia adelante y dispara… es gol, es gol, es goooooooooool! Lionel
Messi, vestido de héroe patrio. Argentina toda grita gol.
En
el arrabal, en el rincón más recóndito del suelo nacional. En la Puna y la
Pampa, las Sierras y el Litoral, la Urbe y la Patagonia, el pueblo festeja, el
pueblo es feliz, a pesar de que como dice un gran relator, “esa felicidad dure
lo que dura un paisaje que se escapa por la ventanilla del tren”. Se abrazan
los cuñados, la suegra y su nuera, el peronista y el radical, el bolche y el
pez gordo, el k y el anti-k, y todos los que solo por un puñado de horas se
olvidan hasta de su nombre.
La
causa de esta pasión es materia de admiración constante por quienes estudian el
sentir social del argentino. La conclusión
es que simplemente se ama a este deporte, se lo vive y siente como algo
visceral. Por eso, el fútbol ya es un elemento puro del acervo cultural
argentino. Ahora bien, el porqué es un misterio, a pesar de que ya han tratado
de hallarlo. Es algo innato y místico, difícil de describir y entender, como
cualquier fenómeno que atrae masas.
Muchos
han dejado sus huellas, también el General Perón: “El Estado auspiciará el
desarrollo de la cultura física del pueblo en armonía con su formación moral e
intelectual mediante el ejercicio del deporte”.
Y
continuaba: “El deporte ayudará a la elevación del bienestar y de la cultura
general del pueblo, al desarrollo de sus sentimientos de patriotismo y a la
solidaridad social”
Siendo
el fútbol el deporte más amado y practicado por nuestros compatriotas, sería
muy iluso no recordar al peronismo como la primera ideología que levantó las
banderas del deporte, en especial al fútbol, llevándolo a los barrios. El mayor
de los ejemplos, son los “Juegos Evita”, en donde alguna vez participó un tal
Diego Armando Maradona.

¿Cómo
no emocionarse? ¿Cómo no soñar con una nueva victoria? Si en las calles hay
optimismo, solo se habla de eso, la ilusión brota desde las entrañas del
argentinismo sanmartiniano, rosista y peronista. Alguna vez Perón dijo: “Peronista
somos todos…”, porque ser peronista es amar con pasión a la patria, ¿Qué
importa si su pico máximo lo encontramos por un partido de fútbol? si existe,
EXISTE, es real y verdadero. Todos somos peronistas en el mundial.
El
peronismo es el gran responsable histórico de que el fútbol sea lo que es,
porque la política del deporte es un fin, cuyas bondades emanan automáticamente
y por inercia desde su ejecución. El General marcó a una generación que inculca
el mismo sentido de pertenencia a sus descendientes. No es casualidad tanta
pasión, es causalidad. El peronismo está en la Selección, ojalá la selección
sea peronista. Unidos y Organizados, ¡Vamos Argentina, carajo!
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