jueves, 26 de junio de 2014

¡Viva el fútbol, viva el mundial y viva Perón!



          Tiro libre A doce metros del área, palo izquierdo del arquero. Argentina – Nigeria, último partido de la fase de grupos del grupo “F”, 1 a 1, partido difícil. Cancha rápida y mojada. Cuarenta mil argentinos cantando al unísono, un puñado de brasileros gritando por Nigeria. Se termina el primer tiempo. El pateador acomoda la pelota, perfil izquierdo, con la mirada de un águila de montaña. Da un par de pasos casi trotando hacia adelante y dispara… es gol, es gol, es goooooooooool! Lionel Messi, vestido de héroe patrio. Argentina toda grita gol.



En el arrabal, en el rincón más recóndito del suelo nacional. En la Puna y la Pampa, las Sierras y el Litoral, la Urbe y la Patagonia, el pueblo festeja, el pueblo es feliz, a pesar de que como dice un gran relator, “esa felicidad dure lo que dura un paisaje que se escapa por la ventanilla del tren”. Se abrazan los cuñados, la suegra y su nuera, el peronista y el radical, el bolche y el pez gordo, el k y el anti-k, y todos los que solo por un puñado de horas se olvidan hasta de su nombre.
La causa de esta pasión es materia de admiración constante por quienes estudian el sentir social del  argentino. La conclusión es que simplemente se ama a este deporte, se lo vive y siente como algo visceral. Por eso, el fútbol ya es un elemento puro del acervo cultural argentino. Ahora bien, el porqué es un misterio, a pesar de que ya han tratado de hallarlo. Es algo innato y místico, difícil de describir y entender, como cualquier fenómeno que atrae masas.

Muchos han dejado sus huellas, también el General Perón: “El Estado auspiciará el desarrollo de la cultura física del pueblo en armonía con su formación moral e intelectual mediante el ejercicio del deporte”.  


 Y continuaba: “El deporte ayudará a la elevación del bienestar y de la cultura general del pueblo, al desarrollo de sus sentimientos de patriotismo y a la solidaridad social”


 Siendo el fútbol el deporte más amado y practicado por nuestros compatriotas, sería muy iluso no recordar al peronismo como la primera ideología que levantó las banderas del deporte, en especial al fútbol, llevándolo a los barrios. El mayor de los ejemplos, son los “Juegos Evita”, en donde alguna vez participó un tal Diego Armando Maradona.
Millones de argentinos frente al televisor, en familia, abrazados, juntos, felices, más patriotas que nunca. Con banderas, camisetas con colores celeste y blanco. Chicos con cornetas, bombos y platillos cantando al ritmo de “Brasil decime qué se siente…” Chicos en las escuelas, vivando una pasión que es de todos. Porque la selección es de todos, y la alegría es para todos.
¿Cómo no emocionarse? ¿Cómo no soñar con una nueva victoria? Si en las calles hay optimismo, solo se habla de eso, la ilusión brota desde las entrañas del argentinismo sanmartiniano, rosista y peronista. Alguna vez Perón dijo: “Peronista somos todos…”, porque ser peronista es amar con pasión a la patria, ¿Qué importa si su pico máximo lo encontramos por un partido de fútbol? si existe, EXISTE, es real y verdadero. Todos somos peronistas en el mundial.
El peronismo es el gran responsable histórico de que el fútbol sea lo que es, porque la política del deporte es un fin, cuyas bondades emanan automáticamente y por inercia desde su ejecución. El General marcó a una generación que inculca el mismo sentido de pertenencia a sus descendientes. No es casualidad tanta pasión, es causalidad. El peronismo está en la Selección, ojalá la selección sea peronista. Unidos y Organizados, ¡Vamos Argentina, carajo!



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