viernes, 4 de abril de 2014

El Ser Progre



¿Qué es el ser progre? ¿Qué es el ser? ¿Qué es ser progre? ¿Hasta dónde esto es un alevoso menosprecio al interlocutor “acusado” de “ser así”? Pues bien, querido amigo, como dice una canción, “yo no vine a recordar el invierno, ni a decirles cómo es que hay que vivir”. No voy a responder estas preguntas tajantemente, sino más bien daré algunos ejemplos, usted piense, reflexione y tome su propia conclusión como más  quiera.
Para empezar, si a usted le ha molestado que anteriormente, en esta misma nota,  diga “amigo” y “no amigo/a”, o “amig@”  me temo que usted es progre (?) y seguro se sentirá tocado de cerca por lo que viene a continuación.
Cabe aclarar que entre “el zonzo” que bautizara Jauretche, por mediados del siglo pasado, y el progre actual, no existe mucha diferencia. Y he aquí varios ejemplos:

1. El progre anti racista:
 
 Recuerde aquel noviembre de 2008, se venían las elecciones yanquis, todo el planeta periodístico cubriendo el tema, enviados especiales, imágenes en vivo desde la “Casa Blanca”, entrevistas, etc. Y una clara tendencia a favor de uno de los candidatos, el hoy presidente: Barack Obama, pero…  ¿Por qué? ¿Por su capacidad de orador? ¿Por su desempeño como legislador? ¿Por sus promesas? ¿Su campaña? Así es, como usted se lo imagina, por ser negro. Ahí está el ser progre, levantando las banderas anti racistas, pero al mismo tiempo siendo discriminador. Claro, Obama es especial, es distinto… solo por su color de piel. ¿Acaso para presidir un país importa su color de piel? Si bajo el concepto de igualdad decimos que eso es una aberración, ¿no estará el ser progre buscando morbo? Claro que sí. El ser progre es morboso por esencia. “¡Ahí lo tienen! El primer Presidente negro de los Estados Unidos. Increíble.




2. El progre ambientalista:

Aquí tenemos una gran variedad de temas para tratar, pero solo el título que designa a esta clase de progre nos lo relaciona con el secentismo falopa, con los que van a encadenarse a barcos para que no puedan extraer petróleo, los que sabotean maquinarias de construcción para que no se haga tal o cual obra, los que por un árbol son capaces de sacrificar su propia vida. Y… así podemos hacer un compendio de actitudes que carecen de una lógica moral y política y que  en lo absoluto no son congeniadas bajo las esferas de un pensamiento con base doctrinal y/o científico, como el justicialismo. El militante progre ambientalista, no puede, de ninguna forma, ser un buen militante político.
 


3. El progre ¿humanista?

Imagínese, estimado lector, esta situación:  Va el  progre caminando por la calle comiéndose un aperitivo, en una esquina ve a un linyera muy maltrecho y hambriento, y decide, muy generosamente, darle una porción de lo que estaba comiendo, y sigue su marcha  -hasta aquí no hay actitud progre-. Una cuadra más adelante se encuentra con un can, flacucho y oliendo por doquier, buscando un trozo de alimento, y decide alzarlo, llevarlo a su casa, bañarlo, alimentarlo y darlo en adopción a una casa para animales. Aquí no hay maldad, para nada, hay hipocresía. Es típico en el progre ver a un perro más susceptible de ayuda que un hombre. ¿Por qué? Será que axiológicamente no sabe lo que es un animal y lo que es un hombre. Vaya uno a saber.



4. El progre anti clerical:

Aquí el ser progre es unísono. Muy difícilmente podamos encontrar a dos progres discutiendo por esto. Porque piensan, generalmente, del mismo modo, odian igual: “¿Por qué hay pequeñas mecas en cada calle a la que voy? ¿Por qué no sacan a la Iglesia Católica de la Constitución? ¿Por qué no prohíben colgar Rosarios en los autos? Si querés un cura, pagátelo vos. Deberían prohibir escuelas católicas. Hay que prohibirle la entrada al país al Papa Francisco. Vender el oro del Vaticano acabaría con el hambre en el mundo por 33 años.” En fin, acá también podríamos extendernos mucho más. No reconocer a la religión mayoritaria de tu país, es de la mayor ceguera política. Desde ya, el ultra clericalismo de, por ejemplo, la blonda bronceada, como dice un senador bigotón, es también algo poco recomendable, pero mucho menos nocivo que el ser progre anti clerical o anti religión, como quiera llamarle.

 
5. El progre ¿político?:

Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pues bueno, guárdese esta: 


(el personaje nefasto de la imagen representa a la no menos nefasta raza del periodismo nacional)



No hay comentarios.:

Publicar un comentario