No son sólo
gestos, son pronunciamientos de época. Son reafirmaciones históricas. No son
sólo conceptos, sólo ideas. Son fundamentos sólidos, con una base y un destino
claro.
El
argentino más importante de la historia, escribe con letras de epopeya, su propia
historia como líder espiritual del cristianismo. Y que no parezca exagerado,
aunque los medios de comunicación en Argentina estén más preocupados de las
conversaciones en una casa ficticia, el Santo Padre conmueve a toda Europa y
despierta gran interés en el resto de Latinoamérica y Estados Unidos.
“Laudato
si” no sólo es una carta a los creyentes, o un mero mandato institucional a la
Iglesia Católica. Es un documento histórico, de valor incalculable;
profundamente humanista y profundamente cristiano. A continuación, intentaremos
situarlo en un marco filosófico, político y moral, sin por ello, renegar de la
inmensa admiración que – a quien escribe y seguramente a muchos de ustedes – genera tal
obra.
“La
humanidad está cambiando las condiciones de vida con tal rapidez que no llega a
adaptarse a las nuevas condiciones. Su acción va más rápido que su capacitación
de la realidad y el hombre no ha llegado a comprender, entre otras cosas, que
los recursos vitales para él y sus descendientes derivan de la naturaleza y no
de su poder mental. De este modo, a diario, su vida se transforma en una
interminable cadena de contradicciones”
Juan Domingo Perón – 1972
El
General Perón no se equivocó, fue de los pocos dirigentes de la región que
señalaron que la cuestión ambiental no era superflua, sino cuantitativamente
emergente, como se ve ahora, a más de 40 años de su visionaria interpretación.
Justamente ahora, el peronista más conocido del mundo, toma la posta y carga
sobre sí, la insoslayable reafirmación histórica de la problemática ambiental,
no ya como un problema potencialmente nocivo para el mundo entero – como lo era
en la época de Perón – sino como una realidad cruel, y efectivamente letal para
los más desprotegidos.
La
Encíclica Papal “Laudato si” es para Francisco una “reflexión gozosa y
dramática”. En donde no sólo se hacen aportes filosóficos, sino profundamente
prácticos de la relación del hombre con la naturaleza, y del hombre en
concentración colectiva (Estado) con el medio ambiente que lo rodea. Una
reflexión cuyos aportes filosóficos son prácticos y no especulativos, valga la
aclaración. Porque lo que desciende – por así decirlo – de construcciones
especulativas, se limitan a estudiar la realidad sin modificarla ni intentar hacerlo,
a diferencia de las construcciones prácticas, que estudian a la realidad con el
objeto de trascender y realizar cambios reales y efectivos. No obstante, ésta
encíclica, no es sino la propuesta de
una revolución ambiental.
El
principio nuclear que campea la reflexión del Papa es muy simple: “Nada de este
mundo nos resulta indiferente”. Es decir, el ser humano, mujeres y hombres que
habitan este planeta, en calidad de sujetos vivos de estados y naciones; e
individuos que simplemente transitan los caminos de la vida, no pueden hacer
oídos sordos a la traumática situación del suelo que habitan, porque, como dice
Francisco, “un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo
social”.
En
ese sentido, Su Santidad remarca que la naturaleza debería ser un ejemplo para
el hombre, en cuanto al comportamiento de los demás seres para con el
ecosistema. Es por ello que es necesario un cambio en el estilo de vida del ser
humano, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de
poder que rigen hoy a la sociedad. Ese cambio sólo podrá lograrse mediante una
unidad basada en el amor a todo lo existente. Cierto es, las demás criaturas
que viven en la tierra tal vez no sean capaces de adquirir dicho amor por el
mundo, pero su grandeza radica en que no necesitan la racionalidad del hombre,
para comprender que el mundo es su Casa.
El
planteamiento de la UNIDAD, no es novedad en este Papa. Ya fueron reiteradas
las ocasiones donde se le escuchó hablando de ella como motor del desarrollo
sostenido e integral. Ergo, ese progreso basado en unidad, y ésta basada en diálogo
y conciliación, serán el punto de convergencia más adecuado para llegar a cambiar
el modelo de desarrollo global lo cual
implica – dice Francisco - reflexionar responsablemente sobre el sentido de la
economía y su finalidad, para corregir sus disfunciones y distorsiones. Y he
aquí una de las reflexiones más importantes de toda esta obra: “La política no debe someterse a la economía
y ésta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la
tecnocracia. Hoy, pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la
política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de
la vida, especialmente de la vida humana”.
En
la misma línea de pensamiento el General Perón decía:
“son necesarias y urgentes: una
revolución mental en los hombres, especialmente en los dirigentes de los países
más altamente industrializados; una modificación de las estructuras sociales y
productivas en todo el mundo, en particular en los países de alta tecnología
donde rige la economía de mercado, y el surgimiento de una convivencia
biológica dentro de la humanidad y entre la humanidad y el resto de la
naturaleza”.
Cuando
decimos que Francisco asume una reafirmación histórica, lo decimos pensando en
hombres y mujeres que a mediados del siglo pasado, advertían con suma razón,
los daños que sufriría nuestro planeta en torno a la cuestión ambiental, entre
ellos otros Papas y hasta el mismísimo General Perón. ¿Qué vieron ellos? Lo
dice nuestro Francisco, la fragilidad del planeta será directamente
proporcional a la pobreza que genera. Y aquí nos encontramos con la gran
dicotomía que da origen a la mayoría de los debates teóricos y prácticos de los
siglos anteriores. ¿A costa de qué y quiénes se desarrollan los grandes
consorcios? Y ¿Qué puede hacer la política al respecto?
Pues
bien, por un lado tenemos el deshielo, la deforestación, la contaminación del
aire, la tierra y el agua, los enormes basurales [a lo que el Papa hace
referencia manifestando que la Tierra se está pareciendo a un depósito de
basura], el calentamiento global, el efecto invernadero, la migración y la
sobrepoblación. Del otro lado el ¿Qué hacemos? Y ¿Cómo lo hacemos?
En primer término,
Francisco plantea a la instancia local como fundamental en su propuesta de
revolución ambiental, no hay recetas uniformes, porque cada país es distinto.
No obstante, fortalecer la comunidad local es llegar a la Comunidad Organizada.
Y una de las metas de esa comunidad organizada, será la de educar contra el
consumismo extremo y selectivo. A partir de allí, el diálogo profundo y sincero
debe dar lugar al progreso, el cual, si no deja un mundo mejor y una calidad de
vida integralmente superior no puede considerarse progreso. Tengamos en
cuenta, como se plantea en “Laudato sí”, que los problemas ambientales causan
gravísimos daños sociales, políticos, económicos y culturales. Lo son, en
efecto, la migración y la sobrepoblación, pero, ¿acaso es el nefasto control de
natalidad actual una afirmación tácita del no cuidado del ambiente? Claramente
lo es, y aparece en varias formas, devenidas de diversas ideologías y en
distintos países. Las movidas proabortistas en los principales países de habla
hispana son claro ejemplo.
Finalmente hay que
pensar que la agravada situación tuvo soluciones que eran y son tan erradas
como la forma en la que la economía y la política gobiernan a los pueblos. He
aquí Francisco, planteando algo nuevo, vivo y directo. Como lo hizo Perón hace
40 años y no fue escuchado. Dándole a los derechos de los desprotegidos, un
valor real, ante el actual sistema mundial, donde la especulación y la renta
financiera avanzan a ciegas en nombre del desarrollo.
La emocionante “Laudato
si” será vista como una llamada de atención de un hombre que a estas alturas es
la voz y el corazón de millones y millones de necesitados. Y como dijo el
General Perón, “todos estos problemas
están ligados de manera indisoluble con la justicia social, el de la soberanía
política y la independencia económica del Tercer Mundo, y la distensión y la
cooperación internacional”.